jueves, 29 de noviembre de 2012



Bar

Era una noche oscura en la neblina reinaba el lugar y las calles desiertas se asemejaban a un cementerio. De pronto entre la niebla se divisa una figura que llego a la puerta del bar de mis padres, se siento en una mesa escondida en un rincón del lugar y pidió sin levantar el rostro un trago al joven que lo atendió. A partir de ese día, la rutina se repitió aunque con algunas variaciones los días siguientes.
Nadie sabía nada del forastero ya que no hablaba mas que para pedir las innumerables bebidas que consumía. Los rumores empezaron a correr por el pueblo, aseguraban que el joven era un militar de Europa que había venido a nuestras tierras en una misión y que aborrecía en gran medida a los nativos.
Una noche de fiesta el bar estaba lleno por lo cual mi padre me pidió que me  encargara de atender las mesas junto con mi hermana mayor. Accedí y comencé a tomar uno tras otros los pedidos de las personas que estaban en el bar. Entre las mesas que me correspondía atender estaba en la que se encontraba el forastero. Me acerque y me quede paralizada por unos segundos, no lograba entender como esa persona que tenia frente a mi ojos podía causar temor e incluso descontento a las personas de la tribu, como esos mechones rubios que caían en su rostro y enmarcaban esos ojos celestes podrían generar desconfianza. Aun sin entenderlo continúe con el resto de las mesas que ya empezaban a quejarse. Durante la noche, la duda se apodero de mí y no pude conciliar el sueño pesando en la figura de aquel ángel que invadía mi pensamiento.
Al dia siguiente decidí implorarle a mi padre que me dejara ayudarlo con el bar y luego de los ruegos, sermones sobre que no ese era un lugar para una mujer, accedió y esa misma noche comencé a servir las mesas. Así fue como noche a noche me acercaba a resolver el misterio del forastero que tanto me intrigaba.
Creo que el noto mi creciente interés ya que muchas de sus actitudes cambiaron, cuando hablaba conmigo para hacer el pedido su voz temblaba un poco, además ya levantaba el rostro cuando me oía acercarme y me seguía con los hasta que me iba. Me sentía tan cerca de resolver el misterio, cuando de pronto el forastero no volvió al bar.
La siguiente vez en que lo encontré fue en el pueblo una tarde en la cual habia salido a hacer las compras. Sin mas me enfrento y casi me rogó que fueramos a un lugar mas privado a hablar, accedí ya que no le tenia miedo como el resto de las personas de mi tribu y fuimos al lugar donde el bosque comenzaba. Alli estábamos los dos parados sin decir nada, solo se escuchaban los ruidos de algunos animales del bosque y nuestras respiraciones algo agitadas. Cuando de repente el interrumpió el silencio, se disculpo por su rara conducta y dijo que yo era la culpable de ello, algo molesta quise argumentar sobre lo que había dicho pero antes de poder decir nada su boca callo la mía fundiendonos en un beso, aun sabiendo que lo que hacia estaba mal cerré los ojos y me deje llevar. No se cuanto tiempo paso, si fueron horas o segundos hasta que culmino, solo recuerdo que nos quedamos callados como sin entender lo que pasaba mirándonos fijamente a los ojos.
Después de unos instantes de silencio decidí hablar y cuando estaba por hacerlo el dijo, se que estas confundida pero desde que me atendiste aquel día en el bar quede perdidamente enamorado  y nada me gustaba mas que ir a verte cada noche allí. Sin dejarlo terminar y en un tono bastante fuerte le pregunte que por que había dejado de ir si tanto le gustaba verme. Su rostro se volvió al piso y sin mirarme me dijo que en unos días tenia que partir y lo único que tenia en su mente era mi imagen. Trato de borrarla de su mente alejándose de mi pero todo fue inútil ya que mientras mas se alejaba el recuerdo mas vivo se hacia y sin mas preámbulos me pregunto si quería acompañarlo, ser su esposa y compartir el resto de nuestras vidas juntos a pesar de las diferencias étnicas. Todo lo que pude decir  era que si y volvimos a fundirnos en un beso interminable.
Si bien era raro el contraste de nuestras pieles y nuestras bocas, la mía tan oscura y tosca en contraposición con la suya blanca y delicada, debo admitir que me gustaba y que lo único que quería era estar con el a pesar de todo. Sabia que lo único que se interponía entre mi felicidad era mi familia, ya que era una regla en la tribu que debíamos casarnos entre nosotros para garantizar la continuidad del clan y que nuestra sangre debía mantenerse pura sin mezclarse.
Al día siguiente de vernos, un escándalo hizo que me sobresaltara de la cama, era John que exigía hablar con mi padre para pedir mi mano, el cual por obvias razones no accedió y lo echo no solo del bar sino también del pueblo apoyado por varios de los hombres de la tribu alegando que a lo único que había venido era para destruir nuestra raza. Salí de mi cuarto corriendo para alcanzarlo pero mi hermana y mi madre me sujetaron y lo evitaron. Lo único que podía hacer era ver como John se iba de mi lado por culpa de mi padre sin poder hacer nada, mientras que las lagrimas que se escapaban de mis ojos me empapaban el rostro.
Durante los días siguientes no le dirigí la palabra a mis padres, ni tampoco atendi el bar. Durante el dia me la pasaba encerrada en mi cuarto y en las noches me escapaba para ver a John al pie del bosque como la primera vez. Juntos ideamos un plan para irnos del pueblo y casarnos en una capilla cercana al pueblo que lindaba con el mío y cuando tuvimos la oportunidad lo pusimos en practica, regresando al pueblo como marido y mujer.
Mi padre no pudo hacer mas que entender la situación ya que la unión había sido sellada frente a Dios. En mi tribu somos muy religiosos y lo que es ley divina se respeta por sobre la ley terrenal, pero aun así me desterró a mi y a John de la que era mi patria.
Sin mirar atrás partimos sin rumbo fijo, simplemente buscando una tierra neutral en la cual formar nuestra familia.   
                                                              
Jaqueline Cedrik

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